Trabajar en el paraíso: bibliotecarios-escritores o escritores-bibliotecarios
Las bibliotecas siempre han tenido ese toque vetusto y místico capaz de inspirar a las mejores mentes de nuestra historia. Son lugares que generan obsesión, con pasillos que resguardan romances, el único lugar donde el papel nunca pasa de moda. “El escritor en su paraíso” (ed. Periférica) puede considerarse un repaso al ‘detrás de las plumas’ de los grandes literatos, pero es en verdad una oda compartimentada a las bibliotecas.
El filólogo Ángel Esteban ha exprimido en sus casi 400 páginas el filón que ha sido siempre este espacio para la literatura, el cine e incluso como atrezzo de bar o tienda.
Vargas Llosa (autor del prólogo a la obra de Esteban) recuerda el “inmenso placer” que le han deparado las bibliotecas y piensa con tristeza que quizá sea la suya la última generación que conozca una experiencia semejante “si, como no es imposible ya pensar, las nuevas generaciones de escritores trabajarán rodeadas de pantallas en vez de estantes”.
El libro, que acaba de ser publicado por la editorial Periférica, se ha presentado en la feria del Libro de Madrid, donde pasado mañana día 12 se celebrará una Conversación con el autor sobre el contenido y proceso de elaboración de la obra y sobre los 30 autores-bibliotecarios que recoge.
Quizás a alguno le extrañe saber que han sido muchos los bibliotecarios que llegaron a convertirse en reconocidos autores, o visto al revés, muchos los grandes autores que escogieron ser bibliotecarios entre libro y libro. ¿Que a quiénes nos referimos?: a Casanova, a Proust, a Gloria Fuertes, a Rubén Darío, a Borges, a…
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