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¿Sabes quien es Antonio Hernández? Pues el flamante Premio Nacional de Poesía 2014

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El poeta gaditano Antonio Hernández ha sido galardonado hoy con el Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Poesía por la obra Nueva York después de muerto. El premio lo concede el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte para distinguir la obra de autor español escrita en cualquiera de las lenguas oficiales del Estado y editada en 2013. El jurado ha considerado Nueva York después de muerto, obra publicada el año pasado por la editorial Calambur, como una obra “totalizadora, arriesgada y comprometida que recoge la herencia literaria y ecos históricos; un libro que rehumaniza y salva del olvido“.

Como dice la propia reseña del libro en la web de la editorial:

En este libro singular de Antonio Hernández se anudan tres mitologías. Nueva York (mito y realidad), Federico García Lorca y Luis Rosales toman la palabra para hacer hablar a la conciencia poética, a la conciencia histórica, a la conciencia a secas que tal vez juntas sean la misma. Hernández parte (y toma el título) del último libro imaginado, acaso apenas iniciado, de Luis Rosales, Nueva York después de muerto, e inicia una fascinante aventura en búsqueda de lo que el propio Rosales denominaba la poesía total; es decir, una dicción poética en la que la reflexión, el diálogo, las acotaciones, la información reveladora, el montaje cinematográfico, el lirismo y todo aquello de lo que el pensamiento poético pueda echar mano para enriquecerse, dialogan y componen el poema contemporáneo. La Guerra Civil —que acabó atrozmente con la vida de Federico y con su posible voz futura, hecho que marcó de forma tan apesadumbrada como políticamente escéptica la vida de Rosales—, atraviesa este libro que, a un tiempo, se enrosca a la totémica ciudad de Nueva York para dar cuenta, conversar y discutir con los mitos y voces de la cultura contemporánea: igualdad y diferencia, la libertad real y su espejismo, los hijos pródigos y los pródigos despreciados, las alturas que hemos pretendido alcanzar y los infiernos a los que nos hemos precipitado.

Libro trinitario de afán totalizador, la voz de Antonio Hernández, sin dejar de ser su voz, se metamorfosea sin recato ni prejuicio en otras voces: toma la voz de Rosales, reescribe poemas de Federico, piensa, reflexiona, escribe, sugiere, trae a escena a Hirosima, los belenes de Granada, el Holocausto, el Plan Marshall, Chopin, Buddy Bolden o Proudhon… Definitivamente, el libro más arriesgado, reflexivo, poético y totalizador de Antonio Hernández.

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Os dejamos con los versos de inicio de esta fascinante obra:

Luis Rosales Camacho
nació en una calle, Libreros,
tan pequeña que iba a dar clases por la noche.
Federico García Lorca sigue naciendo,
sigue naciendo para siempre como un río.
En Federico quisieron asesinar
lo que es coraza contra la muerte. A Rosales
pretendieron hacerlo cómplice
del crimen.

                     Tenía
una camisa azul como sus ojos,
huellas adolescentes: los ojos, la camisa.
Todo sucedió en Granada,
la ciudad que carga con un cuajarón de sangre
por los siglos de los siglos. Mató
a su hijo sagrado, al augur
que traducía el canto de las aves,
el murmullo del agua y lo extendía
como se extiende el grano en la cosecha.

Sabido es que el hombre recorre
el tiempo sin pasión hasta que otro ser
lo detiene y le muestra
la tenaz maravilla escondida del amor o del arte,
ahí se compagina la vida con la muerte,
la eternidad forma parte de ambas
y una de otra no pueden separarse:
Rosales, ya emoción de otra sangre, ya
parte confederada, parte de Federico,
y dueño de un ruiseñor angustiado.

Así comienza la historia,
un granadino que no puede morir, otro
granadino cuya gloria es parte
de un infierno.

 [texto cedido por la editorial y tomado de El Cultural]

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