16-dic: Día de la Lectura en Andalucía. “La gran conversación de los siglos”
A propuesta del Pacto Andaluz por el Libro, la Junta de Andalucía estableció mediante Acuerdo del Consejo de Gobierno del día 24-may-2005, declarar el 16 de Diciembre como Día de la Lectura en Andalucía, en conmemoración del nacimiento del poeta andaluz Rafael Alberti, uno de los más destacados componentes de la Generación del 27.
Cada año desde entonces, la Consejería de Cultura encarga a un autor o intelectual de prestigio la redacción de una alocución ciudadana celebrando esta fecha. Este año ha sido Emilio Lledó el encargado.
Emilio Lledó es Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2015, e Hijo Predilecto de Andalucía 2003.
Reproducimos aquí el texto completo de su alocución.
Hemos descubierto que este texto, en realidad, ha sido entresacado, y levemente modificado, de una entrevista realizada a Emilio Lledó hace 20 años por la revista “Educación y Bibliotecas“. Aquellas sus palabras de 1994 siguen teniendo hoy el mismo valor que entonces.
Dejamos el enlace por si alguien quiere leerla completa; se trata de las pp. 8-13 de la revista nº 50 de oct-1994.
El futuro, y me molesta hablar de futuribles. el desarrollo de los países, no es tanto el petróleo que haya en su subsuelo ni las fábricas que podamos tener, dado que las fábricas se crean con ideas y el petróleo se descubre también con ideas. Es la creatividad, la originalidad, y todo eso se consigue por medio de los libros e indirectamente, claro está, por las bibliotecas y el sistema de enseñanza. No debemos aportar sólo bienes materiales de consumo, sino bienes creativos, consumo de ideas. Eso se ha olvidado, y por eso se desprecian tanto las cuestiones educativas.
El otro día leía una carta de Guillermo de Humboldt, el creador de la Universidad de Berlín: describía un viaje por España a un amigo suyo. donde le cuenta que las carreteras no están mal, que la gente es inteligentísima, eso sí, que las posadas están un poco deterioradas y que hay algunos intelectuales interesantes, cosa enormemente sorprendente, porque no ha visto, dice Humboldt, nada más lamentable que el sistema educativo español. Esto a finales del siglo XVIII. Se asombra de cómo gente tan inteligente puede superar semejante adversidad. Y eso, sin hacer una critica fácil, salvadas todas las excepciones que queramos, sigue siendo un problema por resolver en nuestro país. Si queremos pertenecer a la Unión Europea tenemos que pertenecer a la Comunidad Europea de la Cultura. y para ello hay que hacer un planteamiento radical, huyendo de estas pseudotecnologías o estas pseudopedagogías que hoy nos inundan, que no tienen nada que ver con el desarrollo intelectual, pues son pequeñas especulaciones absolutamente acartonadas, chimantes. metálicas, como de robots.
Lo que hay que replantearse en serio es un sistema público de escuela: hay que replantearse a fondo, aunque esto es un poco utópico, la reforma de la universidad, basándose en ese sistema de libertad, en ese sistema de elección que tiene que tener el alumno, en ese sistema de poder abandonar al profesor incompetente y, al mismo tiempo. llevarle a la convicción de que es en los libros, en las bibliotecas, donde está el poso del saber, el poso del que tiene que alimentarse el presente. El saber es de por sí difusivo y tiene que expandirse. El libro tiene que existir, pero al mismo tiempo debe existir el espacio público donde el libro sea también el elemento fundamental de existencia y de fomento de la mente. Además, es bueno que podamos tener un espacio público donde se mantenga la “gran conversación” de los siglos.
El que yo pueda, en mi soledad, leer a Kant, a Platón, a Pérez Galdós, a Ortega. y ponerme a hablar con ellos, es algo cuya importancia no valoramos lo suficiente: el libro es un objeto con unas letras que yo miro, en el que se abre todo un mundo. Y eso lo podemos hacer en el espacio privado de nuestro cuarto de trabajo y en el espacio público: entrar en ese espacio y darte cuenta de que hay un país, una nación, un gobierno, que ha cuidado, que ha mimado ese espacio público para que tú encuentres tu propia memoria, la memoria de tu lengua y la memoria de otras lenguas. Eso dignifica.
Que no nos digan que no hay dinero para eso. El sistema educativo hace que tú fluyas ahí, de una manera natural, porque la cultura no son las cosas que están en los sitios, sino la vida que tú sabes insuflar en esas cosas. y la vida de la gente, y los ojos que miran y los ojos que leen. y el estímulo que tú crees para que esos muchachos o esas personas mayores vayan a la biblioteca a leer y a seguir entreteniéndose con el verdadero discurso que rompe la monotonía del discurso interior con el que tantas veces nos asfixiamos.